"Hay gente que piensa que el fútbol es una cuestión de vida o muerte. No me gusta esa postura, es mucho más que eso."

Bill Shankly

domingo, 1 de mayo de 2011

El inventor en el olvido


Arthur Friedenreich

La historia del deporte tiene un archivo especial para sus reyes, los cataloga entre los más fuertes, cualificados, innovadores, influyentes, queridos, etc … pero hubo reyes que quedaron en el olvido , como fue el caso del futbolista brasileño Arthur Friedenreich.
Si nos dijeran ahora que hubo un tiempo en Brasil en el que el fútbol era un juego exclusivo para blancos, probablemente nadie lo creeríamos… pero así fue a principios del siglo XX, donde Arthur, un chico mulato de ojos verdes, nacido de padre alemán y madre lavandera de color, emergió con su fútbol fantasía iniciado de niño con una pelota de vejiga de vaca para acabar con el prejuicio racial existente.
Gracias a Fried, suave apodo ganado tras su suave futbol de crack reconocido en Bexiga (su barrio de la infancia ), el fútbol en Brasil se convirtió en otro bello elemento más de la naturaleza, en palabras de Eduardo Galeano: “sin ángulos rectos al igual que las montañas de Río de Janeiro y los edificios de Oscar Niemeyer”. Sólo había que hacer el “esfuerzo” de contemplarlo sin importar de donde viniera el protagonista… pues… ¿a quién le importa de dónde viene una bonita montaña? …
Tiró abajo las murallas sociales en este deporte a base de gambetas y regates nunca vistos y su tiro con efecto, del que fue el inventor, “desvió” la irreverencia de los chicos negros que jugaban en los suburbios hacia los estadios. Estadios donde Fried debía sentirse en una fiesta a la que no estaba invitado, pues para no desentonar con la nobleza, habituales protagonistas por entonces de este juego, se cubría la cara con polvos de arroz para esconder su origen y parecer bronceado.
Primera parada en el Germania, club de juego al choque de encamisados racistas donde le inscribió su padre, del que pronto saldría por iniciativa propia para recalar en el Ipiranga donde acabaría gol tras gol llegando al “primero” de su vida en la victoria por 4-3 del combinado paulistano sobre Argentina; el éxtasis estaba muy cerca …
Este genio también gustaba de componer música y tocar la guitarra, y de componer un grupo de los mejores jugadores brasileños iba la que fue la primera selección nacional carioca donde Arthur era la gran estrella. Un invitado a Brasil del otro mundo, en nombre del Exester club, procedente de Inglaterra iba a ser testigo del inventor del jogo bonito .Ni dos dientes rotos por la dureza de los ingleses al intentar pararlo , impedían la inmensa sonrisa de felicidad de Friedenreich finalizado el partido tras haber mostrado todo su repertorio y ganar por dos a cero .
Final del campeonato sudamericano de 1919, Brasil-Uruguay: minuto 120, 0-0, una volea, un gol, el mismo chico de Bexiga había tocado el cielo… y a hombros de la torcida lo siguió surcando en ese momento desde el estadio hasta el centro de Río para finalmente ser bautizado por el país vencido como el Tigre y dejar que esas botas cubiertas de gloria quedaran inmortalizadas en el escaparate de una joyería de la ciudad.
Y llegó la fractura de tibia, lo que seguramente produjo la fractura de su nombre en la historia de este deporte, pues le hizo perderse el primer mundial celebrado, Uruguay 1930, cita la de los mundiales donde la historia del fútbol pondría su mayor atención desde ese momento hasta la eternidad. Pero dejaría un huequecito imborrable…”Voilá le Friedenreich” ¡ (eso es Friedenreich ) , se oía por las calles Parisinas ; “le roi des rois” (rey de reyes) leían los franceses en el titular del diario L’Equipe …¿ qué había ocurrido? ; el Paulistano cruzó el Atlántico como ningún equipo carioca hizo antes para hacer una gira por Francia , y su estrella Arthur Friedenreich sacó a la luz de Europa el diablo que según Eduardo Galeano tenia metido dentro de la planta del pie.
Cuentan que marcó más goles que Pelé, que nunca falló un penalti, otra leyenda dice que tan sólo falló uno el cual paró su hermano con el pecho provocándole la muerte. Lo que es verídico es que el corazón de Fried sólo quería disfrutar el fútbol por encima de todo, el placer antes que el resultado, el practicar un juego donde nada enturbiara su naturaleza, así pues, rechazó el profesionalismo en este deporte, quedándose en su momento en el Flamengo , pudiendo cobrar en otros lugares por sus gambetas y su tiro con chanfle (tiro con efecto).
Fuera de los campos, el Tigre participó en la Revolución Constitucionalista de 1932 en el estado de Sao Paulo, a la que donó sus medallas, trofeos y premios.
Tras colgar las botas, arbitro y técnico quiso ser sin suerte alguna, para acabar siendo inspector de ventas hasta los 71 años.
Amor puro, inmenso, y ciego por el fútbol que le hizo morir en la pobreza. Antes de su muerte nombró a Domingos Da Guía como su crack predilecto, otro diablo que sí tuvo la suerte de jugar un mundial, llegando a la final en el de 1938.
 Arthur Friedenreich, un nombre que según Pelé está en la mente de cualquier brasileño, pero que pasado un siglo sigue sin reconocerse al otro lado del mundo;  quizás porque ni él mismo se reconocía dentro del mejor once de brasileños jamás visto cuando era preguntado. El inventor de un sueño como el futebol  del que hoy nos gusta disfrutar a todos , insistió una y otra vez en que sólo quería jugar al fútbol y puede que tanta insistencia junto con esa tibia fracturada le llevaran a convertirse en la perfecta figura del olvido.