"Hay gente que piensa que el fútbol es una cuestión de vida o muerte. No me gusta esa postura, es mucho más que eso."

Bill Shankly

miércoles, 9 de mayo de 2012

El entrenador





Maradona dijo una vez: “la diferencia entre Italia y Argentina es ésta: Italia se preocupa por nuestros puntos fuertes para marcarlos, nosotros estudiamos los puntos débiles de Italia para atacarlos”.

Del lado “italiano” nos encontramos con Benítez, Mourinho o Simeone; científicos malévolos que buscan la fórmula para reducir las cualidades del contrario al mínimo. Dotados para encontrar esa bacteria maligna e introducirla en el enemigo. En la otra cara de este abanico están “los buenos”: Bielsa, Guardiola o la refrescante aparición de Antonio Conte en la nueva Juventus. Igual de científicos aunque con un objetivo dispar: el aumento cualitativo de su plantilla. Mientras unos se refuerzan con khediras, los hay que piden Pirlos…

Estilos absolutamente opuestos, aunque con un resultado en común: victorias y títulos. Pero debajo de los resultados, debajo de los estilos puede que se encuentre la verdadera y única razón del éxito de un entrenador de fútbol: la gestión humana. Una tarea compleja, llena de entresijos emocionales, donde el buen psicólogo conseguirá dirigir con firmeza su tripulación. Los buenos resultados conducen a una buena reputación, la buena reputación conduce al respeto del futbolista, y este respeto dará la posibilidad de trabajo al entrenador para demostrar su valía.

Será pues el futbolista quien decida sobre el campo para bien o para mal el devenir del entrenador. Rafa Benítez, uno de los técnicos más laureados de la última década en el fútbol europeo, estuvo a 45 minutos de no ser nadie hoy día en este mundo. Llegado en 2001 al Valencia del Tenerife, al que había ascendido a primera división, el equipo era noveno tras 16 jornadas de liga, y llegaba un Espanyol-Valencia con el ultimátum a sus espaldas…2-0 en contra al descanso… ¿de qué se hablaría en ese vestuario?: “Oye chavales ¿qué hacemos, este tipo queremos que se quede, creéis en sus métodos, os cae bien, es justo con este amigo mío o con el tuyo, quién es Benítez, pero si es un don nadie no…?”. En la mano de los Albelda, Ayala, Baraja, Cañizares, estaba el futuro inmediato de Benítez…El partido acabó 2-3 a favor del Valencia tras una épica remontada en la segunda parte. En esos 15 minutos de vestuario en Montjuic, los jugadores decidieron darle una oportunidad a su entrenador. Lo siguiente fueron 2 ligas y una copa de la UEFA. Se había ganado el respeto del fútbol.

Materazzi, defensa del Inter de Milán lloró en los brazos de Mourinho cuando éste anunció su marcha del equipo italiano; “no me imagino ya el fútbol sin estar dirigido por usted”. En la última gala del balón de oro, Sneijder le dio en público las gracias al portugués por haberle convertido en el gran futbolista que hoy en día es; y es que no hay jugador que el portugués haya tenido a sus órdenes que hable mal de él, tanto si contó o no para él en lo futbolístico. Es un terrible motivador, fortalece el concepto de grupo desde el primer día partiendo de una sencilla base: “somos nosotros contra ellos”.

Vilas Boas, que llegó al Chelsea como una estrella tras ganarlo todo en el Oporto, se encontró con un grupo de veteranos ganadores que no quisieron escuchar su idea de juego. Hoy su sustituto, el interino Di Matteo, ha conseguido en 3 meses ganar la FA CUP y alcanzar nada menos que la final de la Champions. En lo particular está consiguiendo recuperar a un Fernando Torres, con el cual hablaba cada día, le recordaba quién era, y lo mimaba de manera inteligente como al resto de la plantilla estando a la sombra de Vilas Boas. Son los mismos jugadores que comenzaron la temporada, pero se sienten mejor, más atendidos por su nuevo entrenador, y se lo han recompensado en el campo. 

En definitiva, el fútbol es de los jugadores, y la misión del entrenador será ganarse su respeto. Unos se lo ganan a través del currículum, otros de una idea futbolística cautivadora o de una disciplina militar, o simplemente cayendo bien a la plantilla por tener buen tacto; como Vicente Del Bosque, que sin libreta  alguna es campeón de Europa y del mundo.