"Hay gente que piensa que el fútbol es una cuestión de vida o muerte. No me gusta esa postura, es mucho más que eso."

Bill Shankly

lunes, 28 de enero de 2013

La llama de Anfield



Puede que lo único que tenga valor palpable en nuestras vidas sea lo que esté aconteciendo en el mismo presente. Si éste es benévolo, el pasado quedará bien barrido y ordenado, y en la mirada se reflejarán las ilusiones que aún están por venir. De lo contrario, será inevitable echar la vista atrás buscando las buenas sensaciones del pasado que nos ayuden a aliviar nuestro presente y seguir hacia delante. Es la continúa búsqueda de nuestra esencia.

Y en esa continua búsqueda se vuelve a encontrar el Liverpool; un equipo podríamos decir que místico, poseedor de una aureola especial adquirida en su época gloriosa en los 70 y 80, cuando conquistó 4 copas de Europa. Un misticismo que se encierra en gran parte en los eternos periodos en el ostracismo que este club ha vivido entre sus grandes éxitos.
Así, espacios de 16 (1906-1922), 24 (1923-1947), y otros 17 años (1947-1964) ha sufrido la afición del Liverpool sin ver a su equipo coronarse rey de Inglaterra. Actualmente son asolados de nuevo por otra enorme sequía, ya que desde 1990 no son campeones de liga.

Es en estos momentos en los que el supporter red mira hacia atrás para sentir la magia de un equipo legendario, y donde encuentra en un pasado muy cercano (Champions League 2005) su última conquista de Europa.
En similares periodos de nostalgia, hubo jugadores como McManaman, Fowler (por quien tengo especial devoción) o Michael Owen, que mantuvieron vivas las ilusiones del hincha del Liverpool.

Hoy es el uruguayo Luis Suárez quien tiene esa responsabilidad, un súper jugador al que su entrenador Brendan Rodgers ha bautizado como “el Messi del Liverpool”.
La historia más antigua y reciente dice que los reds volverán a brillar en su máximo esplendor; mientras tanto, en estos días grises, Luis Suárez mantiene viva la esencia del Liverpool, mantiene viva la llama de Anfield.